El virus del Zika crea seria dudas en algunos  deportistas sobre su participación en los Juegos Olímpicos. La última palabra la tienen los gobiernos de los países que intervienen y la Organización Mundial de la Salud (OMS), de si se suspenden o no, ya que los deportistas no tienen argumentos decisorios. Como todas estas infecciones la actuación del Zika es incierta, aunque sí se sabe el daño que causa en las embarazadas.

“Por una mierda de mosquito vamos a paralizar estos Juegos”, esta frase es la que pensarán los grandes inversores, además de políticos. Se comprende que son muy necesarias para Brasil, pero hay que tomar una determinación unánime de todos los estamentos, a sabiendas de que el país está muy precario, por no decir muy mal.    

Como sucede en la mayoría de las virasis, se sabe su primer síntoma, en este caso, su acción en el terreno sexual, en mujeres embarazadas, en donde se da malformaciones en el feto, pero no se conoce más, excepto síntomas leves de fiebre, picor, conjuntivitis, dolor muscular. Lo más peligroso es, que estos juegos pueden dar lugar a su expansión a lugares en donde no existe, pues está presente en unos 60 países.

Se desconoce la profilaxis y diagnóstico, lo más aproximado a otras infecciones es el dengue. Se recomienda abstinencia sexual a todos los que hayan viajado a Brasil, durante dos meses y poco más se sabe. Ya se comentó no ir las mujeres embarazadas o con sospecha del mismo.

Ante estas dudas no se puede alentar ir a las olimpiadas de una manera alegre, sino que es necesario contrastar e indagar sobre más casos y deben ser los gobiernos los que tomen una resolución definitiva y no los deportistas, ajenos a estas vicisitudes.

Al igual que se mira el doping por el perjuicio que ocasiona, hay que tomar decisiones firmes y conjuntas sobre el daño que puede causar. Me parece muy grave, la actuación de todos los gobiernos, que no deciden qué hacer, ante una situación todavía desconocida por los galenos en su totalidad.

 

 

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