Ayer falleció en Madrid Rita Barberá a causa de un infarto del miocardio. Qué casualidad, después de haber declarado voluntariamente ante el Tribunal Supremo por un presunto acto de corrupción, todavía sin demostrar.

El refranero español es muy fértil, y siempre se encuentra alguno para cada situación: “Entre todos la mataron y ella sola se murió”. Cómo se encontraría esa mente para que sucediera lo ocurrido.

No hay peor cosa en esta vida que la soledad, que en ocasiones incita al suicidio y otras al “suicidio psicológico”, como es este caso. El cuerpo somatiza los problemas de la mente y así ha ocurrido.

Todos los partidos políticos se inhiben, cada cual con sus argumentos, ya todo en vano. Ciudadanos, con Abert Rivera a la cabeza, quieren acabar con la corrupción, pero hay que saber de qué forma, no atropellando y alardeando de que es el estandarte de lo “íntegro”. De Podemos que se puede decir, todo demagogia que llega hasta la estupidez de lo no creíble e imposible. Con la actitud de ausentarse en el Congreso, en el minuto de respeto por la muerte de Rita Barberá, confirman la falta de entidad de este partido y de los inmersos que están en destruir esta España, ya maltrecha.

El PP por acatar la demanda de los nuevos partidos emergentes, se olvidó de sus responsabilidades para con los suyos. Vuelvo al enunciado primero: “Entre todos la mataron y ella sola se murió”. Como última reflexión, me gustaría saber quién no es corrupto, en algún sentido, en esta vida: “Quién no lo sea, tire la primera piedra”. Descanse En Paz.