Ha sido necesario que España esté inmersa en una grave crisis social y de valores, para que  los españoles conozcan en manos de quién están. La corrupción en todos los sentidos no ha podido ser más demostrativa. No se puede tolerar esta lacra de políticos, expertos “ladrones”.

 Aquí, no existe ideología. Predomina la forma de ser, en el sentido humano de la palabra, que se ha marcado a lo largo de toda la historia.

El nuevo caso de Bárcenas, obliga a pensar qué ha  ocurrido a lo largo de la mal llamada “democracia”. En los comienzos, el caso Filesa, y desde entonces hasta nuestros días, innumerable casos de corrupciones por parte de los que nos representan, tanto de derechas como de izquierdas. Hay que dar soluciones que los políticos no quieren afrontar. Ésta comienza por decretar leyes,  que no protejan los intereses de estos  partidos.

Una de las causas de la carencia económica que existe en España,  tiene su  tubo de escape en los políticos. Cómo se ha podido consentir. España está anestesiada con tantos problemas que no puede asimilar lo que ocurre.

Habría que hacer una valoración estadística de los casos de corrupción entre el PP y el PSOE. La división que existe en España, causada por los intereses de estos partidos, hace que el progreso se ralentice, ya que cada Gobierno modifica con sus criterios, los avances que se hayan podido realizar.  Unos y otros tienen acuerdos tácitos, que son intocables. 

Un ejemplo, lo tenemos en el diario El Mundo,  que destapa cualquier caso de corrupción, y al final no pasa absolutamente nada en la mayoría de ellos. Qué es lo que pasa. Que lo dicho por el periodista no es punible y por tanto, no se puede llevar a los tribunales. Por qué la justicia no hace caso. Asimismo, puede ocurrir que la investigación del periodista no sea cierta. Para qué rellenar tanto papel.

Cómo se puede aceptar que se estén culpabilizando siempre ambos partidos. ERES, Bárcenas,  Puyoles…y en medio están los españoles a los que no buscan solución, o por lo menos, que digan algo con perspectivas positivas. La mitad de ellos pasan hambre y no encuentran una palabra de aliento por parte de los que gobiernan ni de la oposición.

Siempre, destruir lo básico construido para llegar al Gobierno y  empezar de nuevo con distinta ideología, pero los mismos registros, que llevan a la involución. La ciudadanía es triste espectadora de tanto dislate, que ni quiere ver ni oír por falta de interés, pues existe un gran desaliento motivado, por tanta corrupción en las altas esferas de los que  administran el poder y que habría que tomar soluciones más enérgicas, ya que la  forma de actuar ambos partidos mayoritarios, hace crear desconfianza a todos los españoles.

Los medios informativos nos inundan de palabras que no significan nada: presunto, imputado, sospechoso…Ahí se termina. El periodismo, poco imaginativo, se mueve más que nada por ideologías, pues tras ello, subyace el materialismo del que están faltos.