Imprimir

Tanto Pedro Sánchez como Pablo Iglesias piensan tener los apoyos suficientes para “echar” al PP del Gobierno de España, motivo, la corrupción, que es el estandarte que ondean en todos sus mítines. Lo que Sánchez no ha conseguido en las urnas lo quiere conseguir a través de la justicia. Ha perdido las elecciones y está en una debacle mental.

Lo españoles tienen que pensar, muy mucho, que si llega a la Moncloa estaremos en manos de un radical obseso por el Poder. Aún no ha mostrado sus credenciales, ni transmite nada a la ciudadanía; no ha dicho nada que invite a su candidatura, pero en lo que si existe acuerdo es que únicamente modificará su programa social, el menos significativo para salir de la crisis.

Volverá con lo de siempre, la eutanasia, abortos sí o no depende de la corriente que le favorezca, apoyo a los gay, que ya lo tienen, pero en estos asunto él le pone un énfasis especial propio de personas poco interesadas en lo que es la raíz de la política y flirteando con problemas sociales inconsistentes.

En nuestro país la mejor profesión es la de político, estás aislado de la turbulencias ciudadanas y después vives en la opulencia, razón por la cual después “todos” se pasan. No se necesita una carrera universitaria, y si la tienes más de lo mismo. Con estar afiliado a un partido y pagar la “cuota” convenida, antaño llamado “diezmo”, ya puedes optar a ser magnatario del país, y si caes simpático, es el súmmum.

Se continua anclado en el pasado y será por décadas, pues no se olvida tan fácilmente. Lo que han transmitido, se haya vivido o no, da igual, se sigue con la ideología de nuestro antecesores en general. El ideal político poco o nada va a solucionar, ya que el gobernante mira los intereses de su partido y no la mejora del pueblo.

La corrupción es general y afecta a todos los estamentos, políticos o no, ya que va unida a nuestra idiosincrasia como sucede con al envidia, lo que ocurre que ésta no tiene castigo, aunque sería deseable. Sin embargo, nos alarmamos cuando se detiene a un corrupto.

Se escudriña hasta la saciedad y se hace un problema de lo más trivial, es el talante del español, otra de las múltiples carencias que tiene y así no se avanza, continuamos tercermundistas. No se sabe dialogar y llegar en un punto de encuentro. La forma de ser es inaccesible a estas elucubraciones; se está a varios puntos por debajo de todo lo que se llama Europa.

El periodismo político cuando se expresa parece que lo hace por la voz del pueblo: “Los españoles no quieren a este Gobierno”; no se puede opinar por la boca de los demás, ya que existirán opiniones diferentes en la ciudadanía.

La España indeseable, en la que todos al unísono vayan contra una persona, en este caso Rajoy, se ensaña hasta la mezquindad. En este país hay que replantearse estas situaciones extremas que definen la crueldad del ser humano.

PD. Fallo en Corrector Ortográfico y las prisas. Subsanado.