La juventud se encuentra inmersa en tres tipos de revoluciones: social, económica y  política. La revolución social, es en donde se percibe  la insuficiente formación en el entorno educativo o cultural; se advierte en el comportamiento: “botellonas”, peleas callejeras con destrucción de enseres,  y que incluso se extiende al  deporte, como en el fútbol con los altercados de bandas de ultras, en guerrillas absurdas y sin argumentos; en la forma del vestir, como sucede en recepciones oficiales o reuniones de ejecutivos, en el parlamento,  en donde algunos la utilizan de forma inadecuada, que no guardan el protocolo y la seriedad del momento. En resumen, el respeto.

 La ley de educación es desastrosa, siempre se ha dirigido para empeorar al escolar, se ha intentado progresar con facilidades, poco legitimas, lo que propicia el fracaso.

La formación primaria empieza por una simbiosis padres-profesores, la cual hoy no existe, propiciada por los gobiernos progresistas que favorecen la inanición de los jóvenes cada vez menos motivados, poco ambiciosos y sin inquietudes realistas.

Existe una relación entre la crisis social de los jóvenes y el abandono escolar. Los padres tienen que impulsar o animar con ejemplos una formación adecuada, involucrando valores y abnegación para afrontar los primeros oficios, con las dificultades que siempre entrañan, y para eso es el aprendizaje en esas carencias.

A la juventud hay que idear o encontrar algo que las estimule, una senda distinta de la que hoy existe, para que desarrollen, ya que en el momento en que se encuentran es diferente a etapas anteriores; hay que establecer nuevas alternativas con un consenso general, pues la juventud actual es poco productiva.

La segunda revolución, la económica,  está basada en el modo de vida que practican   desde la más temprana edad. El vivir en la era tecnológica les ha hecho una nueva forma de encauzar el quehacer diario y el futuro próximo. Aún existen más de un 30% de jóvenes que no tienen estudios básicos, una lacra muy relevante y a tener en cuenta. España está situada en el puesto 26 en este capítulo.

El abandono escolar a temprana edad, incluye adolescentes entre los 16 y 24 años, que no terminan los estudios básicos, Educación Secundaria Obligatoria (ESO) y si los acaban, no siguen formándose. En España la cifra es bastante considerable, alrededor del 18%, según las estadísticas.  

Esta falta de formación es el motivo por el cual no abandonan el domicilio familiar, no se emancipan, y si lo hacen, es con una media de unos 32 años, según estudios realizados. Los gobiernos no atienden este vacío, esta laguna, uno de los principales motivos de la “dejadez” económica en la que estamos inmersos. 

La crisis económica que sufre España, de la cual no se ha salido todavía, y se está originando de nuevo una ralentización, es base del desempleo juvenil y se suma además, el poco aprendizaje debido en gran parte al abandono escolar, ya comentado, con lo cual, al no tener los estudios básicos, no existe un avance en la escala socioeconómica.

En nuestro país se ha estandarizado la “piedra”, es decir la construcción, trabajo duro,  fácil de “comprender”, como base del ejercicio profesional, lo que motiva una reducción de la capacidad formativa y educativa. Esto no sucede en el resto de los países europeos, que nos llevan ventaja en este aspecto.

A la juventud hay que idear o encontrar algo que las estimule, una senda distinta de la que existe hoy en día, para que desarrollen, ya que el momento actual es diferente a etapas anteriores; hay que establecer nuevas alternativas con un consenso general, para que  la juventud sea más productiva.

Revolución política. Es imprescindible hacer una política distinta y más ambiciosa en el saber, no en lo que anhelan, siempre fácil y asequible. Ahora los jóvenes están atravesando una situación difícil en este apartado, ya que tienen escasa o nula presencia a nivel político, debido en parte a que no se lo han permitido, lo que se traduce en escasos o nulos beneficios económicos.

Desde el punto de vista político, lo que predomina es el asidero a un trabajo precario y fácil, fuera del entorno universitario. No adquirir compromisos difíciles, dentro de la sociedad. Esta situación laboral inestable en la juventud, les impide independizarse,  así como formar una familia, lo que provoca poca animosidad y escepticismo hacia la política.

La gestión de los diversos gobiernos no se ha interesado ni ha involucrado a los más jóvenes, dejándolos aislados. Por tanto, ha sido muy limitada su participación en sectores, como asociaciones o grupos comunitarios, que sirven para que en el futuro tengan una disciplina,  y se labren un camino para adquirir  un compromiso que les dé la suficiente madurez para defenderse en el mañana.

Se comenta con bastante asiduidad el voluntariado. ¿Trabajar sin remuneración económica? Es difícil de admitir. No es lo más eficiente para la inclusión social y laboral; es positivo para la comunicación y solucionar ciertos aspectos personales, no se percibe  otra característica.