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¿Qué es?

La enfermedad  de Alzheimer consiste en la pérdida de la función cerebral. Se caracteriza por que empeora con el tiempo y afecta a la memoria, el pensamiento y el comportamiento. Es fundamental diferenciar esta enfermedad de otros tipos de demencias, ya que los tratamientos no son idénticos. Si se hace un diagnóstico precoz, el más beneficiado va a ser el paciente. Están más predispuestas las personas mayores, así como tener un familiar con historia anterior de la enfermedad, por ejemplo, un hermano, hermana o padre, en estos casos existe un 50% de mayores de 85 años que presentan esta patología. Asimismo, poseer  algunos genes ligados a la enfermedad de Alzheimer como el alelo APOE epsilon4.

En los países occidentales existe un índice de un 5%  más para las demencias graves, que en los territorios con menor desarrollo. Por ejemplo, la India tiene una tasa del 1,36% para mayores de 65 años. En España se da más en mujeres, según estudio publicado por Llinás Reglá en 1996. Sin embargo, existe un predominio de la demencia vascular en los países orientales frente a los países occidentales, en los que por el contrario, es más frecuente el alzhéimer.

Causas

El factor más importante de riesgo es la edad, en donde existe un aumento con el paso de los años. Otras hipótesis que se barajan son,  pertenecer al sexo femenino, tensión arterial alta, la diabetes, el hábito de fumar, uso de estrógenos en la mujer  y antecedentes de traumatismo craneal

Clasificación

La clasificación se realiza siempre en colaboración por varios especialistas y haciendo revisiones periódicas, quedando desfasado el termino de demencia senil  usado de manera despectiva.  La más utilizada es la CIE-10,  elaborada por la Organización Mundial de la Salud. Sin entrar en detalles, las más frecuentes son: La demencia en la enfermedad de Alzheimer, las demencias vasculares con sus diferentes tipos  y las producidas en diversas enfermedades como el Parkinson, el VIH, las derivadas de enfermedades psiquiátricas, etc.

Asimismo, según el tiempo de aparición de la enfermedad de Alzheimer, se distingue la forma precoz antes de los 65 años, y la de inicio tardío, ambas con diferencias evolutivas notables.

Especialmente afecta a la conducta emocional, lenguaje, pensamiento y  memoria. Con frecuencia son conscientes del olvido. No todas las personas con deterioro cognitivo leve progresan la enfermedad de Alzheimer. Los síntomas se  manifiestan por no poder realizar más de una tarea a la vez, olvidar hechos o conversaciones recientes y tardar más tiempo para llevar a cabo actividades más difíciles. Asimismo, perderse en rutas familiares, dificultad para encontrar el nombre de objetos, pérdida de interés en cosas que previamente disfrutaba, estado anímico indiferente y alteración en la personalidad.

A medida que el mal de Alzheimer se agrava, los síntomas son más evidentes, lo que repercute en la capacidad para cuidar de sí mismo, además de cambio en los hábitos del sueño, despertarse con frecuencia, alucinaciones, problemas en la lectura, depresión, discusiones, comportamiento violento, introversión social, etc. Cuando la enfermedad avanza, llegan a  no comprender el lenguaje, no reconocen a la familia y  no pueden realizar tareas cotidianas, como vestirse, lavarse o comer.

Diagnóstico

Lo principal es hacer una historia clínica detallada. Recoger forma de comienzo, tiempo de evolución, aparición de los síntomas clínicos, el primero de ellos, que normalmente es la pérdida de memoria y por último, como se encuentra en la actualidad. Se realiza además un examen físico detallado, con estudio neurológico y se profundiza en un estudio exhaustivo del estado mental.

Es preciso descartar otras clases de demencias, por lo que se harán estudios complementarios como: análisis de sangre, por si existiese anemia, descartar  tumor cerebral, depresión, accidentes cerebrovasculares, etc.  

Exploración física y neurológica                                                   

Estudio básico del paciente como toma de peso, tensión arterial y ritmo cardíaco. Estudio neuropsicológico, fundamental para elegir el tratamiento adecuado.

Marcadores biológicos

Están en estudio permanente para investigar el origen de las demencias, sobre todo en la enfermedad de Alzheimer.

-Marcadores genéticos. Se han identificado algunos factores de riesgo genético en esta enfermedad.

-Tomografías en sus diversas técnicas, como la TAC, la tomografía por emisión de positrones y la tomografía por emisión de fotón único. Aunque estos exámenes no confirman el diagnóstico de alzhéimer, sí excluyen otras causas de demencia (como accidente cerebrovascular y tumor). De todas formas, la única manera de poder llegar a un diagnóstico correcto, consiste en examinar una muestra de tejido cerebral después de la muerte.

Tratamiento

La enfermedad de Alzheimer no tiene cura y el objetivo se centra en disminuir el progreso de la enfermedad y tratar los síntomas principales, como trastorno en el comportamiento, problemas del sueño o la confusión. No se puede obviar la parte social, como transformar el ambiente del hogar para que se puedan realizar las tareas diarias y apoyo familiar mediante cuidadores.

Los medicamentos ayudan a reducir  los mecanismos de recaída de la enfermedad, aunque en general pasan inadvertido sus efectos en la familia. Sólo se utilizan según vayan apareciendo los síntomas. Entre los más usados están: Aricept, Exelon, Razadyne. La mayoría tienen efectos secundarios como vómitos, diarreas, calambres musculares, etc.

En caso de que el paciente presente una actitud agresiva o de  agitación  están indicados otros medicamentes más fuertes, como el haloperidol o la quetiapina. Que se administran en dosis baja por el peligro que representan. En general existen múltiples terapias para aliviar los síntomas, pero en todos los casos, es necesario estar en contacto con el médico para que nos indique el tratamiento más beneficioso para el paciente.

Asimismo, se considera que ciertas hierbas y vitaminas pueden ayudar a prevenir o retardar esta enfermedad, aunque no son  datos concluyentes.

Pronóstico

En cuanto al pronóstico es diferente para cada persona. Cuanto más pronto empieza, el empeoramiento es más rápido. Con frecuencia mueren antes de lo normal por complicaciones, pero pueden vivir entre 4 y 25 años después del diagnóstico. En la etapa final siempre el paciente va depender de otra persona.

Las complicaciones son múltiples, siendo las más frecuentes: Ulceras por decúbito, disminución de la movilidad, infecciones, sobre todo urinarias y del aparato respiratorio, fracturas por caídas, actitud violenta, pérdida de la cualidad para cuidarse y deshidratación.

Ya hemos comentado que no existe terapia alguna para combatirla, pero si se pueden incorporar a la vida diaria ciertas pautas, sobre todo si existen antecedentes familiares de demencia. Es beneficioso consumir dieta baja en grasa; pescado, como salmón, atún o caballa; reducir la ingesta de mantequillas, margarina y lácteos; aumentar la toma de vitamina E y C; evitar la tensión alta; tomar antiinflamatorios, como ibuprofeno y prevenir el colesterol.

En la actualidad se ha realizado  un nuevo estudio en la Escuela de Medicina de Icahn en Nueva York con extracto de cacao que podría  ayudar a evitar esta enfermedad. La investigación no ha concluido, aunque se tienen algunas expectativas. También se están haciendo las primeras pruebas de una vacuna contra la enfermedad de Alzheimer. En la actualidad, la medicina actual sigue intentando cercar esta patología. “Existe una importante inversión en la investigación de esta enfermedad” comenta el doctor García Ribas, uno de los coordinadores  de la Sociedad Española de Neurología, dedicado al Estudio Conducta y Demencias.

Asimismo, se busca una proteína amiloide que no actúa sola, sino con otras como el colesterol. La universidad MacGill, en Canadá, ha hallado una molécula que normaliza la síntesis del colesterol. La Unión Europea ha introducido una dieta de carácter preventivo que actúa sobre los ácidos grasos ingeridos en la dieta con carácter preventivo sobre el cerebro. El preparado es el Souvenaid, que aumenta la memoria de estos pacientes.

Sigue siendo fundamental para que el tratamiento surta efectos el diagnóstico precoz. Parece, que la perdida de olfato se puede dar en estadios precoces de esta enfermedad, así como alteraciones  en la retina, en donde se acumulan placas amiloides unos 20 años antes de que se sitúen en el cerebro. Como factores predisponentes se han barajado el colesterol, la hipertensión, la diabetes, la obesidad y, entre los medicamentos, la benzodiacepina.