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La glándula tiroides está situada en la garganta, en la zona anterior del cuello, delante de la tráquea, con forma de mariposa y de unos 30 gramos  de peso; su función es la regulación del metabolismo del cuerpo en todos sus aspectos y de ella depende nuestra salud. Esta regulación se realiza a través de hormonas que trasladan por la sangre a distintos órganos. En ocasiones confunden el tiroides con las glándulas paratiroides situadas detrás del tiroides y cuya acción es regular el metabolismo del calcio en la sangre.

 La patología de esta glándula ha ido en aumento. Entre sus funciones está el control del ritmo cardíaco y del  equilibrio  de calorías; también  actúa,  sobre el cerebro, huesos, músculos y ocasiona alteraciones en los ciclos menstruales de  la mujer. Produce hormonas que conducen por la sangre a todas las células del cuerpo.

Pese a su reducido tamaño, es fundamental en dicho metabolismo, ya que sintetiza, retiene y libera hormonas tiroideas, las cuales hacen que nuestros órganos actúen de manera correcta. “Regulan casi todas las funciones: cardiaca, hepática, muscular…; por eso una enfermedad tiroidea provoca multitud de síntomas”, señala en el XL Semanal de ABC, la doctora Elena Navarro, especialista en Endocrinología y Nutrición en el Hospital Universitario Virgen del Rocío de Sevilla.

“Existe un incremento de las enfermedades autoinmune, pero no se sabe su origen. Se comenta el medioambiente contaminado, los plásticos, aunque no se ha demostrado; las hormonas tiroideas T4 para transformarse en T3 estarían limpiando los tóxicos y no ejercerían su función básica”, explica la doctora Navarro.

“Una de las alteraciones del tiroides más frecuente en España es la tiroiditis de Hashimoto, que provoca un hipotiroidismo de origen genético. En esta afección no se produce hormona y hay que sustituirla por una sintética, la tiroxina”, afirma el doctor Davis Vargas, psiconeuroinmunólogo director de Regenera y especialista en Biología Molecular.  

Síntomas. Los síntomas van a depender de la patología que afecte a esta glándula. En general  pasan desapercibidos, de una forma silente que no hacen pensar en el tiroides. Entre las enfermedades más importantes se encuentran:

 Hipotiroidismo. Se caracteriza por una disminución en la producción de hormona tiroidea. Es más frecuente en mujeres en la edad media de la vida y en las que han dado a luz. La causa más habitual es la tiroiditis o enfermedad de Hashimoto, es decir cuando se inflama el tiroides; asimismo, tener  antecedentes familiares, haber sufrido radiaciones en el cuello o la enfermedad autoinmune. Los síntomas son: fatiga,  dolor muscular, somnolencia, estreñimiento, obesidad y depresión. Se encuentran otras enfermedades con síntomas similares por lo que es preciso hacer un diagnóstico precoz.

Es muy importante hacer una valoración de la función de esta glándula antes de la gestación.  Si hubiera un déficit hormonal (hipotiroidismo), afectaría al feto tanto a nivel físico como cerebral. El pronóstico es bueno en general y se consigue llevar una vida normal.

Hipertiroidismo. Consiste en un aumento de hormona tiroidea. El origen principal es la enfermedad de Graves Basedow, de tipo inmunológico; también lo ocasionan los  adenomas tiroideos y la tiroiditis, cuando se inflama el tiroides.

Los síntomas principales son: sudoración, palpitaciones, cansancio, insomnio, taquicardia, pérdida de peso, diarreas, temblor. La mayoría son propios de otras enfermedades,  lo que dificulta  el diagnóstico. En caso de duda lo más  aconsejable es acudir al médico.

Algunos pacientes ven afectados los ojos (Oftalmopatía de Graves); los tejidos que están detrás se inflaman lo que motiva que los ojos estén saltones.

Bocio. Es un aumento excesivo de la glándula tiroidea cuyo origen está por determinar y sin significado patológico. Se puede presentar tanto en el hipotiroidismo como en el hipertiroidismo y parece estar relacionado con antecedentes familiares. Cuando el bocio aumenta de manera excesiva, que impide la deglución o respiración, se extirpa total o parcialmente.

Nódulos tiroideos. Normalmente son benignos, pero si son grandes se realiza punción biopsia para su diagnóstico.

Cáncer de tiroides. Ha ido en aumento aunque no es muy habitual. Como sucede con todo tipo de cáncer la causa es desconocida y se asocia con la edad, la exposición a radiaciones y es más habitual en el sexo femenino. Existen cuatro tipos: el anaplásico, que es el más agresivo y el papilar, folicular y medular, tienen muy buena evolución.

En la etapa inicial no produce síntomas y a medida que se desarrolla, se manifiesta por la aparición de un bulto en el cuello, dificultad en la deglución, alteración en la voz, dolor en la garganta, etc. Tienen buen pronóstico si se hace un diagnóstico precoz.

Diagnóstico. Lo primero es hacer una anamnesis o historial médico y un examen físico. Se continúa con un simple análisis de sangre en donde se piden hormonas tiroideas; hasta hace unos 25 o 30 años nunca se había hecho, lo que nos dice de la importancia de esta glándula. Actualmente unos 300 millones de personas en el mundo padecen algún tipo de enfermedad  tiroidea.

El hipotiroidismo se diagnostica examinando en sangre los niveles de la hormona tiroidea (TSH), tiroxina y anticuerpos antitiroideos, que se completa con, el  colesterol, hemograma y función hepática, principalmente.

En los recién nacidos se realiza la “prueba del talón”, que consiste en extraer unas muestras de sangre del talón entre el 2º y 5º día después de nacer para ver si existe Hipotiroidismo Congénito.

La ecografía tiroidea se practica en algunos casos, sobre todo si hay bocio para apreciar     el tamaño y ver la presencia o no nódulos.

En caso de sospecha de hipertiroidismo, se realiza un análisis sanguíneo para determinar los niveles de hormonas tiroideas T3 y T4,  así como la prueba de captación de yodo radioactivo; en ocasiones se realiza una gammagrafía para hacer un diagnóstico más preciso.

El cáncer tiroideo se descubre en un estudio rutinario o bien por la presencia de síntomas. Consiste en un examen físico, análisis de sangre, para evaluar las hormonas, ecografía, TAC y biopsia. En España aparecen unos 2.000 al año y dos de cada tres son menores de 55 años. “El 90% de los pacientes tienen un buen pronóstico y se curan”, destaca Juan Carlos Galofré especialista en Endocrinología y Nutrición en la Clínica Universidad de Navarra. 

Tratamiento. Tiene como base los fármacos y la cirugía. En el hipotiroidismo se utiliza la levotiroxina (Eutirox, Levoxyl), cuya cantidad se ajustará a la edad del paciente o si tiene enfermedades asociadas. La medicación será para toda la vida y seguirá revisiones periódicas por su especialista.

Unas de las complicaciones que produce la levotiroxina es el “Síndrome del corazón roto”. Simula síntomas parecidos a un infarto de miocardio: dolor torácico, pérdida de conocimiento y en ocasiones parada cardíaca. La causa es un fracaso del corazón de forma temporal, desencadenado por un estrés, como el miedo escénico, la muerte de un familiar, pérdida del trabajo, ataque de asma, etc. Este trastorno es reversible y cura sin secuelas.

El hipertiroidismo tiene tratamiento multifactorial, desde el médico hasta el quirúrgico. Entre los fármacos utilizados están el yodo radiactivo y los preparados antitiroideos como el metimazol y el propiltiouracilo, cuya acción es disminuir la producción de hormona tiroidea. Por último, está la cirugía, indicada en caso de intolerancia a los medicamentos o en el embarazo; consiste en la extirpación total de la glándula (tiroidectomía) o parcial. Si es total, deberá tomar una hormona sustitutiva durante toda la vida como la levotiroxina, si es parcial, probablemente no será necesario.

En el cáncer de tiroides el único procedimiento para erradicarlo es el quirúrgico.  Según la extensión del tumor se realiza extirpación total de la glándula (tiroidectomía) o parcial (lobectomía tiroidea). Cuando están afectados los ganglios linfáticos del cuello hay que quitarlos.