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¿Qué es la artritis reumatoide?

La artritis reumatoide (AR) es una enfermedad crónica autoinmune que se caracteriza por la afectación de las articulaciones de forma bilateral, sobre todo en las que se sitúan en la zona más distal del cuerpo como manos y pies.

La AR va más allá de las articulaciones y puede afectar a otras partes del cuerpo como corazón, pulmones, piel, sangre, huesos y ojos. Lo más corriente es que se desarrolle de manera progresiva, con brotes, aunque en ocasiones cede de forma espontánea. Puede aparecer a lo largo de la vida, siendo más común entre los 40 y 60 años de edad. Es más frecuente en la mujer en proporción tres a uno respecto al hombre. Desde hace 22 años se celebra el 12 de octubre el Día Mundial de la Artritis. 

 “Hay que aprender a convivir con esta enfermedad. Existen tratamientos que permiten remitir la enfermedad y tener una buena calidad de vida”, señala la doctora Isabel Castrejón, reumatóloga del Hospital Gregorio Marañón.

Causas. La AR es una enfermedad desconocida, pero se sabe que su origen es de naturaleza autoinmune ya que influyen factores genéticos, si bien hay factores no genéticos.

El sistema inmunitario defiende al organismo de gérmenes que atacan al cuerpo, como son las bacterias y los virus. Este sistema  reconoce cuales son los gérmenes patológicos y los destruye. Cuando existe una enfermedad autoinmune, el sistema inmunitario agrede de forma equivocada  a las células sanas del cuerpo como sucede en la AR.

En el cuerpo humano hay articulaciones fijas y móviles, en estas últimas es donde se desarrolla esta enfermedad. La afección reumática actúa sobre el aparato locomotor, o sea, huesos, músculos y articulaciones. Algunas desarrollan artritis, es decir inflamación de las articulaciones, por ejemplo la AR y otras  atacan al hueso como la osteoporosis; asimismo, se puede presentar un proceso de tipo degenerativo igual que se desarrolla en la artrosis.

Síntomas. Afecta básicamente a las articulaciones provocando en ellas inflamación, dolor y rigidez que impide la movilidad. También se encuentran alteraciones extraarticulares como cansancio, anorexia, fiebre, malestar general, pérdida de peso o debilidad muscular.

El síntoma principal es la rigidez después de un periodo largo de descanso, como ocurre por las mañanas tras el descanso nocturno, sobre todo en manos y pies. Hay periodos de exacerbación o brotes en donde las articulaciones están calientes, hinchadas, con aumento del dolor y dificultad en el movimiento. Sin tratamiento, los periodos de agudización son cada vez más intensos, ocasionando deformidades  en las articulaciones que hace progresar la enfermedad.

Es esencial hacer un  diagnóstico diferencial con la artrosis, ya que ambas entidades se prestan a confusión, si bien tanto el tratamiento como la causa son completamente diferentes. En la AR hay una  inflamación en las articulaciones y en las artrosis se produce una degeneración  o deterioro en el cartílago articular, sin signos inflamatorios. La artrosis es más frecuente  y la padecen en España un 24%, mientras que la AR se da sólo en el 0,5% de la población, que sumarían unas 200.000 personas.

Existe similitud en las circunstancias que provocan la aparición de ambas patologías, como los factores genéticos, la obesidad o la menopausia. En la artrosis influye el trabajo en donde el ejercicio físico, si es repetitivo, da lugar al desgaste del cartílago articular, el estrés, las infecciones y el tabaco.

Hay diferencias en cuanto a la afectación de las articulaciones en la AR las más afectadas son en manos y pies, aunque  puede lesionar otras articulaciones como sucede con la artrosis en donde se afectan más  rodillas y caderas.

Artritis psoriásica. La psoriasis afecta a más de un millón de personas y se caracteriza por manchas en la piel con escamas y posterior descamación, picor, tumefacción, etc. Cuando posteriormente aparece dolor, inflamación, rigidez en las articulaciones, que  provoca  una incapacidad funcional, si no se hace un diagnóstico precoz, origina este tipo de artritis.

“El diagnóstico de esta enfermedad es complicado porque empieza afectando a una articulación”, explica Jordi Gratacós, jefe de Servicio del Hospital Universitario Parc Taulí de Sabadell. “Se puede confundir con otras enfermedades, es por ello que hay que realizar un trabajo multidisciplinar. Además de la piel afecta  a otras partes del cuerpo como aparato cardiovascular, ojos e intestino”, puntualiza Gratacós.

Diagnóstico. Se ha observado que en los pacientes con AR, aparece en el análisis de sangre la proteína plasmática (factor reumatoide) aunque no en todos los casos. Esta proteína es la que nos va a dar el diagnóstico y las pautas del tratamiento a seguir.

Los antecedentes familiares es un factor importante en el diagnóstico de la AR, pero hay que aclarar que esto no significa que necesariamente se tenga que padecer. Los factores no genéticos que se relacionan con el inicio de esta patología son: Hormonas femeninas, infecciones, pauta de comidas, tabaco, estrés y obesidad. No es una enfermedad contagiosa y por lo tanto no es transmisible.

Los estrógenos protegen la AR, es por ello que en la menopausia y postparto son los periodos más sensibles para que se manifieste. Respecto a la alimentación son beneficiosos el pescado azul y una dieta saludable.

Tratamiento. No existe un tratamiento específico para esta enfermedad, por lo que en fases avanzadas da lugar a limitaciones y pérdida de la calidad de vida. El modelo de  tratamiento se basa en el cambio del hábito de vida, realización de ejercicios, rehabilitación  y  el descanso, todo esto con apoyo farmacológico y a veces quirúrgico.  Los medicamentos utilizados son: Analgésicos y antiinflamatorios no esteroideos  (paracetamol, ibuprofeno, naproxeno), corticosteroides, metotrexato, etc.

“Uno de nuestros retos es que el paciente no abandone la medicación aunque esté sin síntomas. La palabra  “crónico” les aterra y no quieren tomar medicinas toda la vida”, asegura Arantza Ais, farmacéutica del  CEIMI del Hospital Gregorio Marañón.

Como se ha comentado no existe una terapia para curar esta  patología, pero todas las recomendaciones mejoran la sintomatología y el pronóstico. Lo primordial es hacer un diagnóstico precoz y tratar la enfermedad en su comienzo. El médico hará las revisiones convenientes  para controlar el proceso de la enfermedad.