En el periodismo, al igual que ocurre en la mayoría de las profesiones, existe una visión distinta desde que se comienza la carrera hasta que se enfrentan con el primer trabajo. La  ilusión con que se inicia, pronto se ve frenada. El primer día fantástico, a partir del segundo ocurre el efecto “manada”. El periodismo no iba a ser una excepción. Pronto se limita la libertad de expresión, aunque no se anula, pero se redirecciona.

 

Si el neófito tiene antecedentes familiares ligados a esta actividad, entra en la redacción con la mente configurada para su nuevo trabajo; en otras ocasiones se adapta o le adaptan; es el principio de la lucha que puede terminar incluso, en el paro. Muchos  impedimentos.

 Los estudios sirven de poco o nada, el aprendizaje se hace por “ósmosis”. En resumen, la  enseñanza es escasa.  En nuestro país se consiente la “imposición” de los “situados”. Como siempre, se accede a la rutina, acomodamiento, así el desgaste es menor. Lo peor es que no se llega a realizar, y es así,  como llegamos a la exigua formación científica en nuestro estado.  Otra forma de conformación del principiante es, a cambio de “ajustes secundarios”, viajes, regalos…,  que lleva consigo la pérdida de su identidad.

            En la pluralidad de los trabajos, gusta ampliar conocimientos y tener un buen rendimiento, pues con ello se consigue ascender en la escala, estar bien colocados en la “cinta de salida”; después dependerá del camino, y probablemente se dejará, parte de nuestra ética en él.  El ser humano tiende a llenar su ego. De todas las conductas, la más realista, la que se puede dar con más frecuencia, es la sumisión. Se quiere ser más y no ser excluidos,  a costa de lo que sea. ¿Quién no tiene aspiraciones de ascenso? Si no, para qué iniciar una carrera.

             No obstante,  las asociaciones profesionales y “naturaleza agradable” de la actividad periodística son los dos puntos menos realistas. Ya sabemos cómo actúan estas asociaciones, al servicio del poder político, por lo que es difícil que se pongan a favor del trabajador, en este caso periodista científico.

Los periodistas se encuentran en cuarta posición después de los funcionarios, los sanitarios y los educadores, dentro de las profesiones que padecen acoso moral. Además, existe un elevado grado de malestar, alrededor del   40%,  que ha llevado a que más del 30% se den de baja en 2012, por patologías de tipo psicológico.

Todos esto datos han sido investigados por la profesora María José Ufarte, perteneciente a la Facultad de Comunicación de la Universidad de Sevilla, en su tesis doctoral, “El periodista acosado: entre la precariedad laboral y el mobbing. Un estudio de caso: la precariedad de los periodistas almerienses en la prensa escrita” presentada en el 2011.

Esta inestabilidad laboral se ve incrementada en la mujer periodista. En sus investigaciones la profesora Ufarte Ruiz, indica que en 2007 solo 30 mujeres dirigían alguno de los 210 diarios que se editaban en España. De los ocho principales periódicos nacionales no había ninguna directora en 2010, y   de 61 subdirectores, solo había 14 mujeres. En Andalucía la situación es parecida. En los diarios escritos  gratuitos en las ocho provincias andaluzas la precariedad laboral en la mujer  es relevante Únicamente,  fue la Voz de Cádiz, cabecera editada en diciembre de 2011 de las 21 que existían,  la que estaba dirigida por Lalia González Santiago.

Asimismo, Mª José Ufarte lamenta esta situación que nos conduce a afirmar que:   “Dentro de la prensa escrita existe un techo de cristal, expresión que es cada vez más popular y que apunta a que hay un freno que impide el progreso en la carrera profesional de las mujeres periodistas dentro de las empresas informativas, sobre todo  cuando se acercan al primer orden en la  jerarquía. Se sigue pensando  que la mujer debe seguir ligada al cuidado de la familia exclusivamente”.

Igualmente, son los periodistas profesionales los que están peor están valorados por los españoles después de los jueces y sufren también altísimos niveles de intrusismo. “La controvertida prensa del corazón o el perfil de algunos programas televisivos están detrás de este estudio”, opina Mª José Ufarte.

Estudios realizados, han constatado que el acoso laboral es más frecuente en los funcionarios y el personal laboral contratado de las administraciones públicas, profesores de la enseñanza primaria, media o universitaria, informáticos, auditores, trabajadores sanitarios,  profesores investigadores de las universidades públicas y privadas…etc. En síntesis, el sector servicios son los más afectados.