El tema que vamos a tratar se hace desde el punto de vista de la medicina, aunque en realidad el cambio de sexo va a estar siempre en manos de un facultativo. La transexualidad, es un problema de identidad y no de orientación sexual; no tiene que ver nada con la homosexualidad, ni con enfermedades genéticas o de ambigüedad genital. Lo que existe es una discrepancia entre el sexo biológico y mental, al nacer la mujer se siente hombre y el hombre se ve más como mujer.

 Los motivos son varios: hay que valorar los niveles de hormonas, causas genéticas, experiencias desde muy joven o de mayor. La persona trans puede ser homosexual, lesbiana, heterosexual o bisexual. No parece tener un trasfondo mental, aunque en algunos casos presentan estados de ansiedad, no obstante, la mayoría no tienen esta particularidad.

En 2022, 1.306 personas han efectuado un cambio de sexo, el más alto número que se conoce hasta ese año. O esa, después de la pandemia ha aumentado, ya que en 2021 fueron 1000 los casos.

El cambio de sexo de masculino a femenino consiste en obstaculizar las hormonas sexuales que genera el hombre, andrógenos y cambiarlas por las que no produce estrógenos, es decir, anula la liberación de hormonas sexuales.

Los fármacos que se manejan para interrumpir la pubertad son hormonas, en este caso análogos de gonadotropinas, que actúan tanto en el sexo masculino como femenino; estas hormonas ejercen su acción sobre el pene, escroto y testículos en el hombre y al útero, ovarios y vagina en la mujer. Asimismo, intervienen en el desarrollo de los senos. Las personas que cuando nacen se reconocen hombre, los análogos de la gonadotropina inhiben el aumento del vello facial, hace desaparecer la voz masculina y producen atrofia en los genitales. Las personas que se determinan ser mujer, elimina la menstruación y frena el aumento de los senos.

La hormona liberadora de gonadotropinas detiene la pubertad, es entonces cuando el niño debe decidir su verdadera identidad de género. De esta forma se da tiempo para estudiar otros aspectos médicos, legales y psicológicos. Si decide dejar el tratamiento hormonal, seguirá el desarrollo físico normal.  

La marginación a la que están sometidos les lleva a automedicarse con hormonas sin control, que puede ser perjudicial. La acción de las hormonas provoca un cambio en los genitales, y en estas circunstancias tienen que recurrir al cirujano que practicará según el sexo: extirpación de ovarios, útero, senos y pene, teniendo el hombre mejores resultados que la mujer. Lo más esencial es una atención médica, tanto desde el punto de vista psicológico como endocrino.

Los efectos secundarios empiezan en algunas personas por ansiedad o angustia; en minorías sexuales supone una conducta negativa hacia sus propias convicciones sexuales, incluso rechazo, acoso y discriminación.

El estado de ánimo de tristeza o angustia que empieza cuando son pequeños es difícil que desaparezca. No obstante, la supresión hormonal en la pubertad aporta algunos beneficios: mejora el estado de irritabilidad, ansiedad, la salud mental, elimina la cirugía, quita la idea del suicidio, etc. Conviene aclarar que no en todos los casos se pueden utilizar estas hormonas.

Asimismo, estas personas tienen mayor posibilidad de consumir drogas, tener infecciones de tipo sexual, maltrato y violencia física o enfermedad de tipo psicológico, como ansiedad o depresión.

Tiene que haber una relación directa con el médico y comunicarle cualquier anomalía que suceda. Entre los síntomas más significativos están: dolores de cabeza, aumento de peso, sofocos e inflamación en el lugar de la inyección, crecimiento rápido del cuerpo y también de los huesos, aunque estos pierden densidad ósea. Según cuando se haya instaurado el tratamiento, puede afectar a la fertilidad.

Igualmente, la toma de hormonas provoca alteraciones cardiovasculares y hepáticas. Así como, la automedicación ejerce un aumento de la prolactina que es la que produce la leche. Si se aumenta la dosis de hormonas se produce el efecto rebote que impide el avance de los caracteres sexuales deseados. En general las dosis utilizadas son 400 veces más de las que se utilizan desde le punto de vista médico en otras patologías, por lo cual no es aconsejable empezar antes de los 16 o 18 años.

Las pautas a seguir desde el punto de vista asistencial es buscar una persona cualificada, para dar las soluciones oportunas, que atiendan las inquietudes y hacerles vivir con una mejor calidad de vida. Para lo cual es necesario que sepa todo lo ocurrido anteriormente: identidad de género, si ha sido operado, medicamentos que ha tomado, antecedentes familiares, si ha tenido ideas de suicidio, depresión, etc. Todo este historial es importante para que el facultativo le dé la mejor solución posible.

Una vez encauzado, es prioritario hacer una profilaxis y lo más urgente es poner las vacunas que necesite, seguido de un estudio para la detección de alguna patologías como: cáncer de mama, de cuello de útero y colon, valorar el colesterol, enfermedades hepáticas, diabetes, hipertensión arterial, cáncer de próstata, patología cardíaca y osteoporosis.

Es interesante realizar otros estudios: si ha existido violencia entre parejas, la toma de sustancias adictivas, enfermedad mental o enfermedad de transmisión sexual.

¿Qué tiempo debe durar el tratamiento? La pubertad comienza entre los 10 y 11 años y el tratamiento es diferente en cada niño y suele durar varios años. Como hemos dicho no conviene empezar el tratamiento hormonal antes de los 16 o 18 años.

Las contraindicaciones para este tipo de tratamiento son: la obesidad, enfermedades del corazón, aumento de triglicéridos, diabetes, hipertensión y tabaquismo, entre otras.